Me preguntan la diferencia entre una conversación genuina y una charla con un amigo. Para empezar, diré que hay muchos tipos de amigos y muchos tipos de conversación. Mi nariz dice que, por mucho que diga el esteriotipo, no es tan habitual ver a dos colegas que se abren emocionalmente cuando hablan de sus vidas. Es más, diría que en la mayoría de casos tanto el miedo a perder la relación como la monotonía en los contenidos que se tratan, impiden que haya una completa apertura.
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En una conversación genuina hay una intención, una esperanza de que pase algo. Al contrario de lo que podría esperarse en una charla entre amigos, no hay consejos, ni objetivos, ni juicios, ni compromisos para que eso que esperamos que pase ocurra en un determinado espacio temporal. El conversador entrega el amor intentando no quedar ‘objetalizado’ ni expuesto al deseo del otro. Jamás debe llenar la falta del otro, porque en realidad al otro, aunque no lo crea, no le falta nada. Pues todo lo que necesita está en su interior, en su verse y saberse a sí mismo.
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