Las consecuencias de mi accidente no solo afectaron a mi cuerpo. Mi matrimonio también quedó herido de muerte. Agonizó durante un par de años en la UVI hasta que se consumó la ruptura. Cuando comento las condiciones, las causas y los detalles en que se produjo la separación, la gran mayoría de interlocutores entienden, aceptan y apoyan la decisión de mi ex esposa. Hay, sin embargo, un reducido número de personas, mayoritariamente mujeres, que reaccionan contrariadas. ‘Yo nunca me hubiera separado’ -afirman con una contundencia sospechosa.
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Las preguntas que nos hacemos o nos hacen relacionadas con el pasado o con el futuro se mueven, a mi entender, en un terreno peligroso que transita por la inutilidad, pudiendo llegar a la perversión. Cuando llegan, me producen la misma pereza que siento cuando me dan o me piden dar un consejo. Me vienen ganas de cortar la conversación y cambiar de tema.
Como dice Balsekar, ‘la única respuesta posible a la pregunta ¿qué hubieras hecho si…? o ¿qué harías si…? es no lo sé.’ Cuando consigo responder eso, siento que he dado un paso más para aprender a vivir en el presente.
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