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¡POR FIN! (3)

Foto del escritor: FrancescFrancesc

Sigo con los pequeños tesoros que descubro en La psicología del despertar de John Welwood:


Las tradiciones budista y taoísta han asimilado el descubrimiento de la bondad esencial al proceso de clarificación del agua turbia. Naturalmente, el agua permanece clara y transparente, pero la agitación puede levantar el lodo del fondo y enturbiarla. Lo mismo ocurre con nuestra conciencia, esencialmente limpia y transparente, pero que también puede verse enturbiada por los pensamientos y emociones contradictorias. ¿Qué otra cosa podemos hacer si queremos limpiar el agua sino dejar que se sedimente? Si hacemos cualquier esfuerzo por limpiarla, no haremos más que seguir ensuciándola. No conviene, por tanto, que nos digamos: «los pensamientos positivos me liberarán de la tristeza» porque así sólo conseguiremos hundirnos más en ella hasta acabar en la depresión. Tampoco nos interesa decirnos: «la expresión del enfado me liberará de la ira» porque, en tal caso, no haremos más que extender la suciedad. El agua de la conciencia sólo recupera su transparencia cuando nos damos cuenta de la suciedad y reconocemos que nosotros no somos el ruido provocado por la turbulencia del pensamiento y del sentimiento. 

La metáfora de dejar que el agua se sedimente y recupere sola su transparencia también se aplica al trabajo terapéutico. En el mejor de los casos, la terapia no implica analizar los problemas ni tratar de encontrar soluciones. Cuando un terapeuta puede tratar con Amor incondicional cualquier cosa que aparezca en su cliente y se permite estar y acompañarle, está ayudándole a aceptarse a sí mismo y a su experiencia. Entonces es cuando pueden dar el siguiente paso, es decir, conectar con su experiencia y permitir que se ponga de manifiesto lo que está ocurriendo por debajo de la superficie.

Photo by Pawel Czerwinski on Unsplash



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