Ramesh Balsekar explica en su libro que ‘En su vida cotidiana, muchas personas corrientes experimentan durante algunos momentos un estado de quietud de la mente. A pesar de ello, la palabra ‘meditación’ asusta a la persona común. La palabra tiene un funesto historial que la gente asocia a sentarse con la espalda recta y una farragosa rutina, en un cierto tipo de alfombrilla y a una hora determinada del día. En realidad, cualquier individuo puede practicar la meditación en cualquier momento en que se encuentre solo. La meditación significa, simplemente, ser consciente de cada pensamiento y de cada sentimiento que está ahí en el instante presente, observarlo y acompañarlo sin más, sin considerarlo correcto o incorrecto, sin tratar de justificarlo o condenarlo. De este tipo de percepción brota el silencio. Este silencio que surge por sí mismo, que no es simulado, provocado o controlado, es meditación verdadera en la que el observador, el meditador, está ausente’.
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