Cuando Pep Guardiola anunció su dimisión, el decano de las retransmisiones en catalán de los partidos del Barça, Joaquim Mª Puyal, aprovechó la tribuna que le otorgaba su radio y su prestigio para hacer memoria, entre otras cosas, que hay “personas que mandan en el club que se refieren o se referían a Guardiola como el ‘Dalai Lama”. Sí. Dalai Lama. O maricón. O filósofo. Al ex entrenador del Barça le han dicho de todo. Su tono conciliador, su afición por la poesía, su sensibilidad en el trato, su atención a la imagen personal o su mensaje emocional han dado motivos a ciertas lenguas para ponerle etiquetas peyorativas ‘váyase-usted-a-saber-con-qué-fin’.
Photo by Juliette F on Unsplash
No todos los que hablamos de emociones, de espiritualidad, de crecimiento personal o de conciencia universal somos veganos, vestimos de lino blanco, hemos ido a la India o olemos a incienso. De la misma manera, no todos los que creen en la religión católica van a misa cada domingo, llevan una Biblia debajo del brazo o se cuelgan una cruz en el cuello. ¡Basta ya de esteriotipos! El terreno de lo intangible no es patrimonio de nadie. La palabra Amor, tampoco. Defiendo el derecho a hablar libremente de nuestras creencias en cualquier ámbito sin que sea causa de mofa por parte de quienes se oponen a ellas o las desconocen. Defiendo, también, la responsabilidad de quienes tratamos con este material sensible para que hagamos un esfuerzo por simplificar y normalizar nuestras opiniones al respecto.
Comentarios